23 junio 2006

Voy a contar una historia que es cíclica. Como es cíclica, es como la línea 6 del metro de Madrid, no tiene un principio ni un final, así que puedo empezarla por cualquier parte.
Pongamos una sociedad tipo Sodoma y Gomorra. No en todos los sentidos, pero si en el de paradigma de la sociedad caótica y desmedidda que nos han pintado. Bueno quizás no sea el mejor ejemplo, pongamos una sociedad a la que llamaremos "la bacanal", o "el gran festín". Una sociedad libre de opresiones moralistas, que ha tendido hacia el descontrol.
De repente, es tal el caos que surge el desastre, se desestructura, se desintegra hasta tal punto que hay una reacción. La gente se da cuenta de que no pueden seguir así, y empiezan a estar más receptivos a otra forma de ver la vida. En ese caldo de cultivo surgen mesías, salvadores, filósofos, moralistas, líderes espirituales del tipo que sean, desde el más puro al más chavacano. Y ahí fragua el cambio.
A la gente le gusta tanto ese cambio que se aferran a el, a su nueva vida espiritual que les ha salvado de la perdición absoluta. Pero claro, esos mesías mueren, y queda su legado, y ahora las personas que se encargan de interpretarlo no son tales mesías, sino gente agregada de una forma artificial. Las consignas que siguen no nacieron de ellos, por eso son consignas. Nacieron de otros y ellos las siguen, pero cuando se sigue lo que hace otra persona, no se llega a la profundidad porque no está naciendo de dentro. Es una moral impuesta. Da igual que sea la mejor del mundo, pero es externa, y eso la hace pasar los filtros del entendimiento, a veces muy distorsionadores dependiendo de para quién. Y así, de padres a hijos y de hijos a nietos, este sistema moral se va transmitiendo a todas las generaciónes envileciéndose cada vez más por el tosco entendimiento del humano de a pie.
Así llega el día en que lo que fue una vez una salvación para la civilización, se ha convertido en su yugo, en su condena. Esto continúa degenerando hasta que la gente empieza a desarrollar una predisposición a cambiar de aires. En este caldo de cultivo nacen libertadores que desenmascaran a la religión como "el opio del pueblo" y declaran que "dios ha muerto". Y ahí fragua el cambio. El nuevo hombre es el superhombre, el que ha matado a dios, el que resurge de sus cenizas una vez quemado su espíritu y absorvido por la religión alienante. Renace de nuevo reclamando lo que es suyo por derecho, el derecho de crear su propia moral y su propio criterio.
Pero claro, estos mesías y libertadores mueren. A ellos les siguen generaciones de gente que cultiva el gusto por el autocultivo y el conocimiento verdadero de las cosas, y no impuesto por otros. Este gusto se va matizando durante generaciones convirtiéndose en un gusto ególatra, egocentrista y egocéntrico por el disfrute.
Y ya hace rato, supongo, que os oléis a dónde voy a llegar con todo esto, ¿no?.
Efectivamente. Todo esto degenera en la sociedad que teníamos al principio de la historia.
Todo esto que he hecho hasta ahora, ha sido más bien descriptivo. Vale, es como yo lo veo, es muy subjetivo, pero me he limitado a describir.
Ahora viene mi interpretación:
El significado de este comportamiento cíclico en la sociedad es una lección pendiente. Quizás una lección de lecciones, una macrolección. Núnca llegamos a aprenderla del todo, y eso hace que nuestros errores degeneren en una situación cíclica. Todo se repite, y todo se repetirá hasta que no aprendamos eso que tenemos que aprender.
Y ahora la pregunta del millón, si. ¿Qué es eso que tenemos que aprender?
Pues bien, yo casi siempre tiendo a pensar primero qué he hecho mal antes de entender cómo podría haberlo hecho bien.
Si esta situación se repite, es porque algo se está haciendo mal en todas sus fases. Si hubiera existido una fase sin error, no habría degenerado en otra, se habría quedado ahí. En definitiva quiero decir que lo que es perfecto no cambia. El cambio lo producen los errores.
El error que a mí se me ocurre, está implícito en el propio sistema social. No en el que tenemos ahora, sino en el propio concepto de lo que entendemos por sociedad.
La sociedad es algo que hemos creado, y que como especie nos ha dado una ventaja increíble, como a las termitas. Pero a la vez, se ha convertido en una trampa. Hemos llegado a un punto en el que el sistema se nos ha quedado obsoleto.
Nuestra estructura jerarquizada ha tenido muchos frutos, nos ha servido para hacer cosas en común, países, asociaciones, familias... pero por otro lado nos ha convertido en seres sociales por naturaleza y ahora no sabemos desarrollarnos como individuos. Cuando alguno logra desarrollarse a sí mismo como individuo, automáticamente es lanzado a la esfera de los místicos mesías, o de los libertadores matadioses, me da lo mismo. Son indivíduos seguidos por multitudes, pero a la vez individuos marginados, apartados de la sociedad. El endiosamiento es una marginación, si. Discriminación positiva lo llaman, ¿no?... para los eufemismos es que somos de lo que no hay.
En fin, a lo que iba, que hemos llegado a un tope. Pero no ahora, hace mucho tiempo. Miles de años. Desde entonces no hemos avanzado más. Hacemos aviones, ordenadores y chips para el cerebro, pero seguimos en la misma espiral que hace miles de años.
Y mi pregunta es... ¿no damos más de sí?. Bueno, evidentemente la respuesta es no, no damos más de sí. Realmente mi pregunta era... ¿qué haría falta para que diéramos más de sí?
No sé si es cuestión de un cambio genético en la especie, o de que encontremos por fin un modelo estable que rompa este bucle. No sé hasta qué punto creo en el ser humano tal como es ahora. No sé si podríamos encontrar una sociedad mejor, o si en cambio no estaríamos capacitados para vivir algo tan bueno y acabaríamos fastidiándolo como de costumbre.
Si has hecho el esfuerzo titánico de llegar hasta aquí leyendo, por que te pida que me digas lo que piensas no te voy a matar, es un pequeño esfuerzo más, tú puedes. Recuerda, soy un PsicoVoyeur, me alimento de eso.
Muchas gracias por leer.

5 Comentarios:

At 3:02 p. m., Anonymous Anónimo dijo...

Sonará tremendamente pesimista, pero si de algo podemos aprender, es de la historia, y la historia nos enseña que esos cambios tan "necesarios y radicales" siempre vienen acompañados de desastres. Es lo único que nos hace levantar la cabeza y dejar de mirar nuestro ombligo.
Yo no veo otra alternativa para un cambio tan grande. Pasa a nivel de masas igual que ocurre individualmente o entre pocos individuos. Las desgracias personales te unen más a tu gente, porque es mucho más fácil empatizar en momentos así. Pero los éxitos generan envidias, y es más difícil encontrar a alguien que empatice con eso y le una más a ti.

 
At 4:06 p. m., Anonymous Anónimo dijo...

La inteligencia es el más imperfecto de los dones. Se automasturba pensando que es superior y perfecta, como lo estas haciendo tu ahora. Has pensado por un momento que todo esfuerzo es inutil puesto que como animales que somos siempre caeremos en el mismo comportamiento ?

Te causa problemas eso ?

 
At 7:12 p. m., Blogger Salva dijo...

Como especie puede ser que hagamos siempre lo mismo, visto lo visto. Pero como individuo puede que no (visto también lo visto).
No creo que todo esfuerzo sea inútil. Creo que todo cambia y todo fluye hacia alguna parte.
Y no creo que la inteligencia sea el más imperfecto de los dones, pienso que es el más poderoso. Sus imperfecciones son por eso también más poderosas.

 
At 2:31 a. m., Blogger senses and nonsenses dijo...

jo, muy buena respuesta.

Define perfectamente al Psicovoyeur (bueno, o será una automasturbación que decía el otro)

 
At 3:13 p. m., Anonymous Anónimo dijo...

¿Darse placer es una finalidad inútil?
Cada uno saborea la vida como puede o le da la gana.
Pensar -o hacer otras cosas- puede dar más o menos satisfacciones, pero si el gusto está en el mismo proceso, no veo qué de "esfuerzo inútil" puede tener.

Y no creo que, como animales que somos, vayamos a caer siempre en el mismo comportamiento.
1-pq el siempre habla de algo que no podemos predecir, y nada (que yo sepa) es dos veces lo mismo (ni circular ni linealmente).
2-pq la evolución y la vida son fruto de una serie de cambios acumulativos inducidos por "errores".

Pensar de modo nihilista, pensar a lo causal-temporal...todo es pensar.
Creo que el problema con la inteligencia reside en cómo lidia uno con ella.

Salva, no sé cómo podríamos romper o estabilizar este bucle, ni tan siquiera estoy segura de que el bucle exista "ab aeterno"/"ad perpetuam".

De todos modos, ¿tendría sentido vivir siempre de día?
¿Tendría sentido ser si no existiera la muerte?

Uhm...no sé, no sé...
bueno, ahora me voy a masturbar con alguna otra cosina.

Beso!!

 

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