13 julio 2006

Egos y Dioses

El ego es feroz, no conoce límites. Él en sí es un límite, pero el ego no se conoce a sí mismo, por tanto el ego no conoce límites.
Personalmente, no soy quién para negar la existencia de un ente, un ser, o incluso algo por encima del ser o no ser, que pueda ser llamado Dios.
El ego es el sustento de las religiones, y también de la ciencia. Ambas escuelas son escuelas de fe. La ciencia, bueno, más bien el científico (no culpemos a la pobre ciencia), cree en un no-Dios, porque cree en la ciencia como único medio de conocimiento. Me parece que hay que ser un poco más abiertos.
Por otro lado, la religión cree en un Dios hecho a imágen y semejanza del hombre. Tanto se parece el Dios creado a su progenitor, el hombre, que le emula incluso en su afán de inventar seres a su imágen y semejanza y "jugar" con ellos. El hombre retrata a su ego tanto en Dios como en la ciencia.
Echad un vistazo a la biblia, sobre todo al antíguo testamento, y veréis cómo Dios no es más que un retrato mitificado del ego humano. El hombre creó a Dios a su imágen y semejanza.
La ciencia a su vez hace lo mismo. Cuántas veces hemos escuchado a religiosos criticar a la ciencia por querer "jugar a ser Dios".
La palabra "juego" se repite algunas veces en este razonamiento. Quizás porque el ego es de naturaleza lúdica.
Esto que voy a decir es más que nada una sensación no muy definida, porque no llego a tan altos vuelos en mi conocimiento, pero a ver si a vosotros también os pasa: creo que el ego no es capaz de ser feliz. Es simplemente un constructor de realidades virtuales autocomplacientes, pero a lo más parecido a la felicidad que puede aspirar es al entretenimiento. En la vida, los momentos de más felicidad son de menos ego, y los de más ego, son los de entretenimiento. Ya os digo, que es solo una sensación.
Pienso en los momentos en los que tengo un nivel más bajo de conciencia y es cuando más tiendo a jugar a videojuegos, ver películas estúpidas, consumir pornografía y leer chorradas.
Pienso en los momentos en los que tengo un nivel más alto de conciencia y es cuando menos soy yo, el yo que yo mismo tengo por yo, pero a la vez me siento más auténtico, más poético, más fluido, creativo y abierto. Y son momentos de mucha más felicidad.
Desde mi experiencia del fenómeno de mi propia mente, percibo que esto es así, que la persona que soy, la persona cotidiana, no es más que una máscara. El verdadero yo no existe como tal yo, o al menos no lo necesita, y ahí es donde se crea el espacio para que exista la felicidad.
Es como si la felicidad no fuera algo que se pueda realmente experimentar, no de la forma convencional en la que entendemos que un yo experimenta algo. Es más bien como si la felicidad fuera el estado natural de nuestra mente, pero el ego, la idea egótica con la que nos identificamos, ocupa cotidianamente ese espacio creando una ilusión en la que felicidad y sufrimiento son dos opuestos, dos sensaciones. Yo creo que la felicidad tiene una entidad mucho más sólida, el sufrimiento es mucho más volátil, es un espejismo creado por el espejismo de ser nosotros mismos.
Supongo que pensaréis que es un poco pretencioso hablar de estados tan altos de conciencia no siendo "un iluminado", pero creo que me lo puedo permitir, yo y cualquiera de vosotros. Dejemonos de falsa modestia, experimentemos la mente y su espiritualidad de una forma directa, sin intermediarios ni intérpretes. Cara a cara.
Efectivamente, no soy un iluminado, pero no creo que haga falta serlo. El ego no es todo o nada. Quizás nuestras mentes rutinarias se mueven día a día entre el 80% y el 100% (por decir un porcentaje) de reinado del ego, pero ese 80% ya deja un espacio del 20% en nuestra mente para la felicidad, y eso es todo un éxtasis para nosotros. Podemos percibir esa diferencia, todas las mentes oscilan, nadie está igual de adormecido siempre, todos tenemos breves momentos de lucidez relativa. Aunque no sean más que tristes chispazos, ya son algo para poder experimentar qué ocurre cuando no es el ego el que ocupa todo nuestro cerebro.
Muchos habéis pensado que soy absolutamente antirreligioso por las cosas que escribo, y puede ser que así sea, tal como se entienden las religiones en la actualidad, pero desde luego, no soy antiespiritual.
Pienso que el ser humano es responsable de su evolución. No está mal que hayamos inventado dioses y religiones, eso nos ha servido durante un tiempo a muchos para comunicarnos con nuestra parte espiritual profunda a base de esos arquetipos, pero ya se nos ha acabado el cuento. Hemos pervertido nuestros sistemas religiosos al servicio del ego, y ya no nos sirven, sino que somos sus esclavos. Ha llegado el momento de dar otro salto, y estoy convencido de que lo vamos a dar (llamadme iluso). Necesitamos aprender a desarrollar nuestra mente hacia niveles más altos de conciencia sin ser esclavos de estos sistemas corruptos dirigidos por mentes envenenadas.
Esto es una cosa muy gorda, un cambio muy fuerte, que en realidad engloba a muchos otros cambios, como por ejemplo, aprender a cambiarnos a nosotros mismos antes de intentar cambiar el mundo, aprender a valorar la experiencia de la vida como una escuela y entender eso como una responsabilidad de cada ser...
Creo que un primer paso podría ser revisar nuestra propia fe. Hacer una regresión al punto en que inventamos a Dios, y empezar desde cero pero sin perder nuestra experiencia. Podríamos ser todos dioses, reconciliarnos con el dios que hemos separado de nosotros mismos "endiosándolo" en un pedestal y desterrándolo de nuesta mente. Vivir lo sagrado de la vida en nuestra experiencia directa con ella, no a través de un ser imaginario. Dejar un poco de espacio en nuestras mentes, darnos un poco de soltura.
La meditación es algo que recomendaría en este sentido, pero si de algo quiero escapar en este texto es de los métodos, convenciones, recomendaciones y escuelas, así que tomadlo de la forma más ecuánime posible, no os fiéis de mí, tomad solo las cosas que nazcan de vuestro interior, lo que sea vuestra propia escuela.
Para mí, ser ecuánime en cuanto al aprendizaje significa no servir al propio ego, es decir: no temas copiar a fulanito porque necesitas ser tú mismo, ser original, porque nadie es original, está todo inventado. Y no temas no copiar a fulanito porque es un tío respetable y es guay seguirle, porque estarás impidiéndote ir por tu cuenta, seguir tu propio camino, y serás un zombie espiritual.
Tanto la necesidad de emular como la necesidad de ser original son construcciones mentales que siempre traen torpeza en el aprendizaje. Experimenta las cosas de forma directa, sin miedo, y si lo que dice fulanito te toca el corazón, entonces sigue a tu corazón, no a fulanito. Si la meditación trae felicidad a tu vida, sigue a esa felicidad y usa el método, pero que el método no te use a tí, porque serás esclavo del método, y del payaso espiritual que lo esté patentando en ese momento.
Un saludo a tod@s.
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2 Comentarios:

At 6:12 a. m., Blogger senses and nonsenses dijo...

La felicidad es un juego de espejos entre un yo y otro yo, un tú: un espejismo.

Identidad frente a máscara. Somos pura máscara. Totalmente de acuerdo. pero. El no ser nada es la posibilidad de ser cualquier cosa.

Intensos tus posts.

¿Y cómo es tu Dios?

 
At 6:37 p. m., Blogger Unknown dijo...

Mi primera visita a tu blogg, me parecio muy interesante, me deja pensando muchs cosas, y muchas comparto, a partir de hoy te visitaré frecuentemente.
Mis saludos.

Nos seguiremos viendo.

 

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